domingo, 16 de febrero de 2014

LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES DE COLOMBIA

1.C. LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES DE
COLOMBIA, 1811-1821

GILBERTO LOAIZA CANO



INTRODUCCIÓN

La revolución de Independencia en el entonces Nuevo Reino de Granada fue un proceso histórico en que se anudaron varios hechos decisivos e, incluso, inesperados. Algunos de esos hechos acaecieron en Europa y fueron determinantes para el destino de las colonias americanas; como algunos historiadores lo han explicado en detalle, hacia 1805 ya era evidente que España y aun Francia no podían detener el poderío naval británico. Pero la situación de las colonias hispanoamericanas comenzó a cambiar definitivamente en la primera mitad de 1808, con las abdicaciones de la monarquía española a favor de Napoleón Bonaparte, quien había decidido invadir la península ibérica. Con el rey Fernando VII cautivo y entronizados los franceses, se desencadenó, tanto en España como en sus antiguos dominios en América, una movilización por la defensa de la figura del rey. Las noticias que llegaron desde España fueron confusas; primero se supo del ascenso al trono de Fernando VII, y eso produjo regocijo. Pero, casi de inmediato, de la alegría se pasó a la perplejidad cuando se supo que el nuevo rey había sido depuesto y recluido en Bayona. Rechazar al invasor y defender al rey cautivo fue la reacción más inmediata, pero pronto tuvo que pensarse en cómo se iba a asumir políticamente la ausencia del monarca. El pueblo español entró en guerra contra el enemigo francés que hasta hace poco era su principal aliado contra la expansión del imperio británico; el patriotismo, el odio al invasor y la fidelidad al rey fueron las reacciones más inmediatas y los principales motivos de movilización popular desde 1808.

La fidelidad a la Corona fue la nota predominante en aquel año. Pero, entre 1809 y 1810, esa fidelidad fue cambiando por aspiraciones de autonomía. Del patriotismo exaltado se fue pasando a los agravios y a los anhelos de una definitiva independencia. ¿Por qué? Porque la suerte incierta del rey puso en escena un problema fundamental: quién y cómo iba a gobernar en lugar de un rey ausente, de un rey cautivo. De manera que aquello que se conoció como la vacatio regis fue determinante para que se vislumbrara la separación entre peninsulares y americanos; fue la crisis de la monarquía española el elemento circunstancial que obligó a las elites criollas en Hispanoamérica a tomar decisiones sobre su propio destino. Parecía que la solución transitoria a la vacancia de la Corona era la instalación de una Junta Central que se reunió primero en Aranjuez y luego, a fines de 1808, se trasladó a Sevilla. Esa Junta tuvo al comienzo el reconocimiento tanto de las gentes de la península como de las colonias en América, pero su legitimidad se hizo rápidamente cuestionable. La Junta Central de Sevilla emitió un decreto el 22 de enero de 1809 en que convocaba a participar a todos los territorios americanos; sin embargo, la convocatoria a los americanos les concedía una representación exigua y les colocaba en enorme desigualdad ante los peninsulares. Y aunque la participación americana era precaria –apenas 9 representantes por 36 de la península- se vislumbraban el hecho excepcional de que los criollos pudiesen hacer parte de la dirección del Estado. En muchos lugares hubo una entusiasta movilización para elegir a sus representantes en la Junta Central, pero luego vinieron las noticias de la disolución de esa Junta, acusada de traición, y la reducción de la resistencia contra el enemigo francés a Cádiz. En Cádiz hubo una nueva convocatoria a Cortes que acentuó la desigual representación entre americanos y peninsulares (28 y 100 respectivamente). La escasa representación que se les otorgaba y las noticias sobre las adversidades padecidas por el ejército español en su lucha contra el invasor, fueron alentando entre los criollos la formación de juntas en Hispanoamérica que, aunque pregonaran todavía la fidelidad a Fernando VII, se decidieron por constituirse, ellas mismas, en formas autónomas de gobierno. Para dotarse de legitimidad, reivindicaron la soberanía del pueblo. En nombre de esa soberanía se designaron nuevas autoridades, se proclamaron deberes y derechos, se quiso dar fundamento a nuevas instituciones políticas y a una nueva relación entre España y América. Todo eso quiso ser plasmado en documentos que debían hacerse inmediatamente públicos para que fueran acatados y aplicados y que se llamaron Constituciones.

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